Conoce a tu pareja: Personalidad asocial
- Anna
- 23 oct 2016
- 2 Min. de lectura
Aquí te dejamos unas pistas para que puedas reconocerla:

Aparentemente sin problemas, se desenvuelven bien en su profesión, aunque son grises, tímidos y prefieren estar a solas.
Trabajan en silencio, sin inmiscuirse en las labores de los demás.
No parecen tener necesidad de comunicarse afectivamente con los demás. Son personas que parece que "no cogen una", "que no pillan las indirectas" o que casi nunca advierten los sentimientos de los demás.
Acontecimientos que a otros les provocan cólera, tristeza o alegría, a ellos les pasan desapercibidos. Se muestran imperturbables a todas las emociones. Tienen un mínimo interés por las relaciones sociales.
Su pasividad puede interpretarse como signo de hostilidad y rechazo por los que le rodean, pero no es más que una incapacidad fundamental para experimentar los estados de ánimo que los demás experimentan. No muestran una insensibilidad premeditada, ni parecen actuar por razones de autoprotección, sino que poseen una insensibilidad interpersonal.
En la infancia muestran poco interés por los juegos competitivos y prefieren centrar sus energías en hobbies como colecciones de sellos, minerales, juegos mecánicos o eléctricos, o se centran en el estudio de materias como las matemáticas. Actualmente con el auge de los ordenadores personales, y sobre todo por los juegos, a través de éstos tienen un perfecto campo para aislarse de los demás.
Además, el retraimiento propio de estos niños les hizo ser blanco fácil de la hostilidad y repudio de sus compañeros, lo que a su vez intensificó su aislamiento acentuando su personalidad adusta y ensimismada. Son fácil objetivo del acoso, que tan nefastas consecuencias produce. Este comportamiento se repetirá en los ambientes laborales cuando es adulto, con la misma respuesta de sus compañeros de trabajo aunque no sea abiertamente.
Si tu pareja tiene alguna similitud con esta personalidad, no será una persona que acuda a eventos sociales, reuniones familiares o de amigos, siempre que pueda evitarlo. Seguramente, si asiste se sentirá como un pez fuera del agua, así que mejor asume que nunca será el alma de la fiesta.
Simplemente, hay que aceptar estos rasgos como parte de su personalidad y no pensar que su falta de empatía, o de detalles contigo es indiferencia, o que cuando no salta de alegría porque viene tu familia a comer en Navidad, es porque los deteste.
Si consigues apoyarle en ese aspecto, vuestra relación puede funcionar a la maravilla.
Podéis planificar vuestras vacaciones para que sean más íntimas.
También aligerar el peso de las obligaciones sociales al mínimo. Sólo las imprescindibles y el resto valorar el acudir tú en solitario.
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