top of page

Conoce a tu pareja: Personalidad agresiva

  • Anna
  • 1 nov 2016
  • 2 Min. de lectura

Necesitan afirmar y demostrar su superioridad. Su independencia no se debe tanto a la fe en sí mismos, sino al temor que le inspiran los que le rodean. Sólo creen en sí mismos y sólo se sienten seguros cuando se independizan de quienes puedan desautorizarlos, herirles o humillarles.

Los agresivos se pueden describir como individuos que son incapaces de mostrar una lealtad significativa a las personas, grupos o valores sociales. Son descaradamente egoístas, descreídos, irresponsables, impulsivos o incapaces de sentir culpabilidad o de aprender de las experiencias y contratiempos de la vida. Tienden a culpar a los demás, y a hacer racionalizaciones justificando su comportamiento. Siempre piensan que “es la ley de la selva” o “hay que ser duro porque si no te comen"·, etc. No niegan sus sentimientos agresivos sino que los justifican.

Esto no quiere decir que las personalidades agresivas se conviertan inevitablemente en transgresores de la ley; no son delincuentes ni están integrados en un estrato social inferior.

Más bien, los que tienen este patrón son alabados y apoyados en nuestra sociedad, en donde ‘el duro’ es admirado por tener las virtudes necesarias para la supervivencia, de aquí que la mayoría de estas personalidades encuentran una ubicación social valiosa en profesiones competitivas como militar, policía, abogacía, cirugía, negocios y en el periodismo audiovisual.

En sus discusiones insisten en que se le dé la razón; dogmáticos en sus criterios, rara vez ceden aunque sea evidente su equivocación. La grosera y brusca sinceridad que posee, la justifica como exponente de su franqueza y honestidad. Es el que se conoce coloquialmente como el individuo que ‘no tiene pelos en la lengua’.

En la vida cotidiana, encontramos este patrón en el padre severo, el sacerdote puritano, las personas prejuiciosas, la madre que convierte a sus hijos en culpables, etc.

Los padres que acuden al psicólogo con niños coléricos suelen decir que “siempre han sido así”: que se enfurecía de bebé cuando no conseguía lo que deseaba, que se ponía ‘rojo’ cuando no conseguía el biberón de forma rápida; que se muestra siempre exigente y tozudo con otros niños; que los castigos no parecen afectarle. Se muestran audaces, se arriesgan aún con peligro físico, y parecen que no sienten dolor.

Ahora bien, no siempre es el niño el que inicia el ciclo de inadecuación. Este puede tener su origen en hostilidad paterna que genera, a su vez, agresividad, no sólo porque provoca resentimiento y rabia, sino porque establece un modelo de aprendizaje por imitación que es el más importante. Si no hay otras alternativas, el niño imitará los comportamientos que ve.

Si tu pareja tiene algunos de esos rasgos, la convivencia es difícil, a menos que seas capaz de someterte a sus exabruptos y tomártelos con calma para mantener la unión, o que seas similar a él. Los comportamientos agresivos si se conjugan en ambas parejas suele ser más llevadera pues uno compite con el otro en aras de tener la razón y tal vez esto les una porque la eterna controversia es motivo de satisfacción. Quizás en el trasfondo de la relación existe afecto real, si es así, la pareja puede sobrevivir como tal.

Comentarios


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
© 2023 by ponarmonia. 
Síguenos
  • Facebook Social Icon
  • Google+ Social Icon
bottom of page